
Al principio fue el beso por el beso, beso de calor de labio afuera. Luego vino el beso de los besos, beso que vibraba con el cuerpo, beso que se vestía de eterno hasta que, de Judas, me diste un beso. Otra vez andar de beso en beso, besos amargos, besos de alcohol, besos de humo. Y después de un beso, al abrir los ojos, llegó la mirada.
Ay yayay mirada dura.
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