
Por los caminos hacia Granada cuando raya el alba se perciben a lo lejos las bellas notas de una canción Nazarí. En el aire, envuelta en un misterioso velo azul llega a los caminos desde lo mas profundo de la Alhambra. Llenan el suelo pedregoso y el cielo que nace carmín y naranja. De lejos, del eco de las cuevas llegan a los oídos vibraciones de una zambra. El azul celeste y el ámbar de la mañana mezclan las notas eco del Sacromonte y el cantar Nazarí desde las entrañas de la Alhambra. Emoción contenida mudas sensaciones cuando ahí tan cerca, al alcance de la mano está la Alhambra. Desde lo mas hondo vienen al corazón los aromas que desprenden las flores, miles de plantas aromáticas la música Nazarí, las Zambras arropadas de satén de indescriptibles fragancias. Cuando el sol está en lo más alto se sienten en el alma las sinfonías de agua. Una canción Nazarí nacida en tierras lejanas interpretada sin igual y al unísono por las fuentes de la Alhambra. El eco del Sacromonte trae acordes se reflejan en el Darro y empapados, cruzan las murallas hasta el Patio de los Arrayanes, cuando el sol se diluye en púrpura y ámbar. Esa mágica luz cambia el color y la música el silencio más puro se apodera de la noche las estrellas y la luna miran para si mismas agradecen el silencio. La canción Nazarí no se escucha tampoco hay eco con los ojos cerrados y la mente en blanco solo el corazón siente las sinfonías de agua. Tañen las campanas de Santa María, en la Alhambra, entre agua y campanas crean un mundo distinto alcanzado tan solo con los ojos cerrados, en blanco. Aljibes y fuentes crean percepciones sensoriales únicas. Nada perece real en la Alhambra. NADIE DEBERÍA MORIR SIN PERDERSE ANTES EN GRANADA, SIN SENTIR EN EL ALMA LAS SINFONÍAS DE AGUA