
No hubo censura en mis manos al acariciar tu cuerpo. Y nos bebimos a sorbos en cada mirada, en cada gesto. Sentimos la magia en los poros convertirse en fuego. Y la prisa esperando nos hizo anhelar el momento. Mi cuerpo tumbado sentía recostar tu peso, y el roce de pieles me hizo estremecer de nuevo. Quisiste indagar en mis huellas y así pude tocar el cielo. Mientras tu aroma inundaba mi mente llenándola de recuerdos. Bendito ese beso perdido que vino a encontrarse en mi cuello Abriéndonos el camino a un mundo tan solo nuestro. Pasaban las horas y seguías tocando mi cuerpo, Yo imploraba al destino volver a empezar de nuevo