
Yo pertenecí a una estirpe maldita, a la oscura casta de los fuegos ajenos a todo lenguaje, y mi nombre era éter, viento y cuarzo. Yo fui acorralado, asediado, sitiado. Yo fui enjuiciado desde cualquier reflejo increíble, ejecutado; yo fui descuartizado. Nube o bosque, poco importa, pero lo intenté. Yo fui sólo un mártir, un mártir del barro, un héroe del polvo, yo creí que el mundo era unívoco y transparente, puro, y por eso terminé sembrando entre las ruinas. Yo fui perseguido, arrebatado de los brazos de la noche y arrojado a sitios de los cuales aún no he regresado. Yo traté de ser. De más está decir que fracasé. De más está decir que me hicieron fracasar.