EL CUARTO COMENSAL

El horno alcanzó la temperatura adecuada en el momento que entró en la cocina. La carne llevaba adobándose desde el día anterior y un aroma a ajo y a romero inundaba toda la estancia. Programó el temporizador y se dirigió al salón. Los cuatro platos estaban perfectamente colocados sobre la mesa escoltados cada uno por sus cubiertos correspondientes. Se acercó y miró la silla donde siempre se sentaba su marido. Él no debía de haberle chillado anoche. Ella no quería enfadarse pero, cuando le gritaban, solía perder el control. La discusión se alargó y fue de las que marcan época pero, aquella cena, junto a su cuñada y su suegra, serviría para terminar de zanjar el asunto.
Revisó de nuevo la cubertería, uno de los cuchillos estaba manchado de un líquido rojo y espeso. El silbido del temporizador la sobresaltó avisándole de que la cena estaba lista. Volvió a la cocina y miró por la ventana del horno. El aspecto de la carne era delicioso. No serían capaces de sospechar de dónde provenía. En ese instante pensó que, para asegurarse de que su plan fuera perfecto y, antes de que llegaran sus invitadas, debía retirar el plato del cuarto comensal.
Fer Alvarado
Me encantan estos textos de Fer
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