

Ángela caminaba pensativa, anhelaba pisar la pradera de sus raíces, pero sus pies se hundían constantemente en el trajín del asfalto.
Un brusco empujón evitó que un coche la atropellara.
En ese instante decidió dar un giro a su vida. Hizo una certera llamada para cortar una relación sin salida y pidió la cuenta en aquel tedioso trabajo.
«Ahora sí, con los eslabones sueltos comenzaré la vida que deseo», se dijo