
Estoy de pie ante la habitación sabiendo que no puedo estar aquí. No debo. He llegado a esta sala de hospital y todavía no sé cómo lo he hecho, no recuerdo los pasos que he dado. Un sudor frío recorre mi espalda y veo cómo tiembla mi mano al depositarla sobre el pomo de la puerta para abrirla muy despacio. Creo que guardo la esperanza de que alguien o algo me impidan entrar, pero no ocurre nada.
Me recibe una luz blanca que lo inunda todo y se me hiela la sangre, todo allí dentro parece irreal. Cierro la puerta intentando no hacer ruido. Me acerco en silencio a la mesa de acero que hay en el centro y poso mi mano sobre ella. Está fría. Impoluta. Sin una sola marca. Sobre ella permanece el cuerpo tendido tapado con una sábana que es tan blanca como la habitación y tan fría como el aire que no siento al respirar. En realidad, no sé si respiro, allí dentro todo se ha detenido, excepto el frío, todo es frío.
Quiero levantar la sábana y mirarte por última vez. O quizás no. No estoy preparada para recordarte así … Aunque si estoy aquí es porque necesito ver que todo esto es real, que ya no vas a estar. Debo ser fuerte y entender que a partir de ahora deberé afrontar la vida vida sin ti.
Mi mano vuelve a temblar al acercarse a la sábana. Debo levantarla y ver tu rostro. Estás blanco. No respiras. No hay vida. Toco tu piel helada despacio, sigo el perfil de tu nariz y acabo en tu boca poderosa. Siento que mi cuerpo tiene la misma temperatura que el tuyo, no me circula la sangre, no respiro, no hay suficiente oxígeno en la sala. Te miro sin creer que eres tú el que está tendido sobre una mesa de acero.
Cierro los ojos e intento respirar. Me digo que todo es real, que eres tú, que ya no volverás a estar.
Abro los ojos y ahí estás, mirándome…
Un comentario en “El cuerpo by Mar Bayona”