
Transcurrían los años para Adela y aún conservaba la idea de encontrar “su hombre”.
Trabajaba en una mustia oficina. El tiempo libre lo dedicaba a los seriales televisivos.
Un día, por casualidad, conoció a Lucas, la acompañó y quedaron en verse.
Salieron varios domingos, ella absorbía su palabrería, a la vez que sus sentidos se despertaban.
El domingo pasado, Lucas llegó con una flor de despedida, le explicó que regresaba su pareja.
Hoy es domingo, Adela conecta la fiel compañera, tras sentarse se sirve una copa de vino y brinda por la ilusión venidera.