Caminamos,
con el silencio
y el miedo
pegado a los talones
de nuestros zapatos.
Silencio,
por no despertar
los fantasmas que
llevamos dentro.
Miedo,
al sentir la cercanía
de almas que,
por la espalda adivinamos
sin careta alguna.
Caminar,
por aceras en las que
solo retumba
nuestro taconeo.
Temor,
subido en nuestros hombros,
como si fuera
una carga ineludible que,
corresponde por derecho.
Cambiamos de calle,
subimos cuestas,
caminamos con prisa,
el pulso se acelera.
El hogar
espera,
espera la holganza,
la quietud, música, libros,
también espera el silencio
y la comodidad de un sofá,
en el que acomodamos
conciencias.
Se cierra la noche.
Mañana
caminaremos de nuevo.
compartido con los 5000 lectores de MasticadoresFace
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Genial.
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