
MAGDALENA
Llorabas y llorabas, y yo allí, sin saber qué hacer. Fuera estaba la playa, la gente despanzurrada alegremente al sol, pero tú no hacías más que llorar y llorar sin decir nada. Sólo hipidos y balbuceos sin sentido. Por un instante, calma, la mirada azul perdida como ausente; luego unos pucheros y vuelta a empezar. Era crispante, tu llanto y mi silencio. Tanto, que hacían chirriar mi mente hasta anular los bramidos de la escandalosa cafetera. Llegó un momento en que todos dejaron de seguir en la tele el encuentro Madrid-Celta de Vigo para mirarte; para seguir con los ojos el reguero de lágrimas que discurría por las baldosas hacia el mar. Yo, entonces, no entendía nada de mujeres. Ni de sirenas.
Microrrelato publicado en Juegos de artificio, Editorial La armonía de las letras, León, 2016.
Triste y hermoso minitexto.
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